LOS PECADOS CAPITALES: LA LUJURIA

Sientes correr la sangre por todo tu cuerpo, la respiración se acelera, se seca la garganta, se dispara el pulso y el corazón bombea frenético en tu pecho… La piel se te erotiza y la adrenalina invade tu cuerpo haciendo que huelas a excitación, que percibas el olor a excitación del otro, ese aroma  dulce, acre y embriagador que abre en ti apetitos carnales que conoces bien… que no ocultas, que no te avergüenza sentir…

No es amor y lo asumes, pero hay pasión y la disfrutas en abandono y complacencia.

Hay fantasía y entras en el olvido de tu mente para cederle las riendas a tu cuerpo y sus necesidades.

Sí, esto es la lujuria. Ciertamente todo lo anterior es ligero y no es como para ir al infierno de cabeza, pero la lujuria es una «capital» potente, con carisma y alta proyección socio-económica, pero algo ligero y natural a la especie humana, puede convertirse en algo real, obsesivo y decadente.

El diablo Asmodeo pervierte los instintos naturales y la lívido… De todos es conocido el poder adictivo del placer sexual. Tanto es así, que existen enfermedades asociadas a la lujuria como la ninfomanía o la satiriasis (lo mismo pero en hombres), e incluso parafilias más conocidas como el bsm (bondage sado masoquismo) 0 la pederastia, entre otras…

La lujuria o lascivia, concupiscencia y desenfreno, la obscenidad y el libertinaje, conforman el  pecado basado en el disfrute superlativo y la imaginación extrema en su polo opuesto de inocencia y castidad. Un disfrute que normalmente genera más ansiedad que placer y que necesita más y más lujuria y fantasía para ser saciado. Más de un@ ha entrado en ese mundo frenético y ha sentido el abismo insaciable de deseos y anhelos lúbricos… Ese abandono al placer de las relaciones ocultas o extrañas, el morbo malsano del querer probarlo todo… hasta lo que nos repugna en aras de aumentar la excitación.

El problema de este pecado es la adicción y su insaciabilidad… Por lo demás, a nadie le amarga un dulce.

¿Jugamos pues con las palabras?

Te reto a que busques cuál es tu listón en este pecado y practiques la virtud del equilibrio en los extremos sin miedo a tu pensamiento.